Entrevista RP Simón Pedro Arnold; Congreso Teológico.

Usted nos ha planteado aquellos desafíos que tiene la iglesia en este momento, no solo en el país, sino en latinoamericana ¿Cuál es el tema esencial a plantear como agenda en este contexto?

En el contexto Peruano y particularmente en el contexto del Sur Andino, creo que hay dos grandes retos; el surgimiento de culturas como el Islam, que está en diferentes lugares; genera una propuesta alternativa que brota de la experiencia de la espiritualidad de las culturas; creo que en el país en este momento estamos asistiendo de manera sorprendente a esta afirmación de propuestas, como es el caso de la minería; el problema de la minería no es solamente económico, es un problema de cultura, de concepción del mundo, de cosmovisión, de proyecto de sociedad y de país; creo que eso es el primer desafío, en el cual, hay que reconocer que la iglesia no a trabajado mucho, ni siquiera la teología de la liberación. Nunca se imaginó que la cultura iba tomar pie de esta manera, quizás el caso más flagrante es el de Bolivia, aunque este en un momento poco difícil. La iglesia puede ir aprendiendo a acercarse al surgimiento de propuestas que vienen de las culturas originarias.

¿Ha habido algún nivel de acompañamiento a las comunidades campesinas u organizaciones originarias en el Sur Andino?

Ha habido un interés por la cultura; pero creo que en ningún momento hemos pensado que iba surgir un proyecto propio y autónomo desde las culturas, eso no lo habíamos imaginado; hubo iniciativas como el del padre Merinson, o el monseñor Dali. Creo que en el fondo seguimos con la mentalidad colonial, seguimos pensando que lo mejor es lo católico clásico; este proyecto elaborado que surge de los nativos de la amazonia o del mundo aymara no lo habíamos previsto y supone un cambio completo de perspectivas y de categorías, supone darle al otro categoría de interlocutor; yo puedo asistir con mucho respeto, pero no le doy su categoría de igual, de equivalente; creo que hay algo radicalmente nuevo y está pasando. Lo curioso es que la iglesia en este proyecto no sabe muy bien donde ponerse, eso quiere decir que hay necesidad de un nuevo aprendizaje, de una nueva postura de parte de la iglesia.

En Aparecida; la opción por los pueblos originarios o pueblos indígenas no está aterrizando, hay una afirmación latinoamericana; pero parece que lo local no tiene el mismo énfasis.

En aparecida hay un reconocimiento de la existencia de la dignidad; pero no hay una toma de conciencia todavía; estos proyectos son mas recientes no hay una toma de conciencia real; yo creo que incluso en Aparecida no hay una conciencia de que algo nuevo esta surgiendo; si hay un interés, un respeto, un dialogo; pero creo que hay estamos sorprendidos y creo que es muy urgente preguntarnos como vamos acoger y acompañar estos procesos concretos, no teóricos, ni sentimentales; pero concretos de la cultura andina, digamos originaria.

¿Hay un rol que juegan los jóvenes en esto?

Por supuesto, en este drama, me parece que son los jóvenes los que deben llevar la batuta de esta laicalización cultural; porque los padres están todavía en una mentalidad feudal, yo a veces hablo así; que los jóvenes piensan como Michael Jackson y los papás piensan como Manco Capac. Entonces estos jóvenes están totalmente huérfanos de cultura, mentalmente perdidos y expuestos al bombardeo de estos valores que vienen por la televisión o el internet.

¿En este proceso los jóvenes del sector rural como deben insertarse?

Yo puedo hablar del sector rural que conozco, del mundo aymara, yo creo que los quechuas son un poco diferentes, algunos ejemplos de jóvenes campesinos; es que están totalmente informados y empapados de la modernidad, están asistiendo a una urbanización mental del campo, hay donde llega la luz, llega el internet, donde llega la televisión, la mentalidad se urbaniza.

El tema ambiental no se visibilizó mediáticamente, pero en el fondo generó conflictos entre mineros que se dedican a las industrias extractivas y las comunidades que quieren proteger sus tierras.

Creo que es un fenómeno universal, no es totalmente peruano; primero tenemos que reconocer que hay una brecha enorme de las clases pobres y los ricos, el pueblo ya empieza a pensar en su futuro; eso me parece muy sorprendente, pensar en futuro con categorías culturales; es decir en la protección de la tierra con una cosmovisión propia de ellos, donde se respete la pachamama.

¿No le parece que hay muchos enfrentamientos, conflictos sociales donde hay muertos, heridos, costo que lo asumen las comunidades?

Hay estamos tocando un punto donde todas las instituciones de derechos humanos tendrían que trabajar, en el Perú hay una total perdida de confianza en el liderazgo, en particular en el liderazgo político y el liderazgo eclesiástico. Frente a esa total perdida de confianza en el estado y en sus líderes, la toma de conciencia surge como una lógica de enfrentamiento; no creo que el estado pueda hacer algo, ahora el reto es el empoderamiento del estado por el pueblo, donde exista una negociación responsable; es decir una verdadera negociación democrática; porque la confrontación que conocemos desde hace 5 ó 7 años es totalmente antidemocrática.

El gobierno señala que hay grupos radicales antidemocráticos, focalizados; que están detrás de estos conflictos ¿Todavía existe estos grupos radicales que se dedican hacer este tipo de cosas, tendrán la misma fuerza?

Yo creo que sí, en la zona aymara si hay presencia; pero es una presencia no significativa y cada vez menos legítima, la gente lo rechaza cada vez más. Lo que me parece un gran avance y hay que reconocerlo, es que hay un camino de negociación para la democracia; para ello lo más urgente es el empoderamiento del estado y en esta coyuntura era posible, no sé si lo es todavía, era posible empoderarse del estado. Lo que hace público el gobierno con estos temas se llama manipulación.